EL CAMINO DE SANTIAGO EN INVIERNO














"La vida y los ensueños son
hojas de un mismo libro"
Schopenhauer

"Para que la dicha sea completa,
siempre se necesita un poco de ilusión"
Thomas Moore 



Presentación por vídeo


Dado que un blog es un medio eminentemente visual, hemos querido presentar en vídeo una aproximación de lo que supone hacer el Camino de Santiago en pleno invierno. Por ello, a través de cuatro capítulos en cinco vídeos de aproximadamente media hora de duración, queremos hacer una semblanza que acerque la realidad jacobea de cara al peregrino de hoy; un peregrino que busca salir de la cotidianidad en aras de buscar su propio camino, su propia esencia, su íntima proyección.

El Camino de Santiago es una ruta de peregrinación absolutamente fascinante que, con sus casi doce siglos de peregrinación -y continúa- conforma la verdadera base del nacimiento de la conciencia de Europa como tal. En los cinco caminos que el autor ha hecho (siempre el llamado Camino Francés) ha descubierto toda una serie de matices que le han dejado sumamente sorprendido.

Hoy en día existe una infraestructura suficiente para hacer el Camino sin ninguna dificultad en cualquier época del año aunque en la zona francesa se haga un poco más complicado en el invierno... Pero podemos empezar más cerca de la frontera española con lo que se solucionarán nuestras dudas... 

Lo que más valora el autor es la sensación de soledad, de un cierto riesgo (subjetivo, no objetivo), de luchar contra los elementos (cada vez menos, dada la climatología) y, en definitiva, aproximarse a las sensaciones que debieron de experimentar los antiguos peregrinos medievales... Eso, esa sensación única, sólo podremos percibirla en el invierno... Por esta razón, entendemos que el invierno es el gran desconocido del Camino de Santiago y creemos también que sería una auténtica lástima no experimentar lo que se siente en dicha estación.

Por ello, el autor ha querido transmitir todo lo que ha disfrutado (incluso "padeciendo" -o tal vez por ello mismo-) en la estación de los blancos copos; una estación que es perfectamente llevadera y en la cual el clima es incluso benigno pues prima el buen tiempo sobre el llamado mal tiempo (excepto en el invierno 2012-2013 que, según todas las fuentes consultadas, ha sido el peor de los últimos 50 años -por lo menos- ya que incluso el CSIC ha llegado a afirmar que ha sido el peor invierno en Navarra desde hace más de 100 años... Y por lo que vimos... ¡nos lo creemos!).

Disfruten del relato... (eso espero)



Acabamos ya de editar en YouTube una serie completa de vídeos que nos muestran cómo es el Camino en invierno y cuyos enlaces ponemos a la disposición de todos los amables lectores de este blog. ¡Que los disfruten!




EL CAMINO DE SANTIAGO EN INVIERNO - VÉZELAY  2012-13
PRIMER CAPÍTULO



EL CAMINO DE SANTIAGO EN INVIERNO - VÉZELAY 2012-13
SEGUNDO CAPÍTULO


EL CAMINO DE SANTIAGO EN INVIERNO - VÉZELAY 2012-13
TERCER CAPÍTULO


EL CAMINO DE SANTIAGO EN INVIERNO -VEZÉLAY 2012-13
CUARTO CAPÍTULO 1a. PARTE


EL CAMINO DE SANTIAGO EN INVIERNO -VÉZELAY 2012-13
CUARTO CAPÍTULO 2a. PARTE (Y ÚLTIMA)




PRÓLOGO
 
        
          La primera pregunta que asaltará al lector, al tener este blog entre sus manos, será, muy posiblemente: ¿por qué el Camino de Santiago en invierno? Ciertamente, tenemos otras muchas estaciones que, al menos en apariencia, parecen más atractivas y tentadoras; más proclives a disfrutar de un tiempo más estable, llevadero y agradable; más, en definitiva, “razonable”.

          Sin embargo, esto es una mera ilusión de los sentidos; una percepción que hace que tendamos a caer en lo acomodaticio en detrimento de otros valores superiores que nos mostrarían una cara, una faceta, un sesgo, que ni siquiera hubiéramos sospechado. Toda una serie de sensaciones únicas que potenciarían aspectos fundamentales de nuestra personalidad y de nuestra concepción existencial.

          Consciente de la inmensa importancia que tiene el Camino de Santiago y consciente de lo que el invierno representa en él, me propuse, a través de las páginas ya en ciernes de este blog o bitácora, cubrir un importante vacío que existe en la extensa bibliografía jacobea ya que no hallaremos ninguna obra desde mediados del siglo XV –inicio de la imprenta- hasta nuestros días que trate de forma monográfica las particularidades del Camino de Santiago en invierno.
          Un invierno que, tal y como intento mostrar al lector en este blog, es una estación única que nos sorprenderá por su singularidad, por su increíble belleza, por su variedad (imposible de concebir en otras épocas del año) y por su inmensa riqueza de matices; una riqueza que descubrimos con cada amanecer y en cada detalle de todo cuanto nos rodea, a cada paso, con cada mirada, con la huella de unos paisajes, que se quedarán grabados en nuestra alma para siempre, con el calor humano, más propicio en esta estación, que se desprende de cada aldea, de cada pueblo, de cada ciudad.

          Este blog pretende, ante todo, transmitir impresiones, vivencias, sutiles detalles que sean la esencia del descubrimiento de una nueva realidad, de unas nuevas sensaciones.          

          Sensaciones irrepetibles que conllevan la impronta de emociones imperecederas. Sólo en la estación hibernal, en medio de desnudos caminos, descubrimos, a los pocos días de convivir con esa naturaleza que, asombrada, nos contempla, sentimientos que creíamos ya olvidados. Fluyen por sí mismos, en nuestro corazón, emociones que hacía tiempo que no sentíamos y que, de repente, se nos revelan explícitamente, ante nuestra sorpresa primero, y emoción contenida – o desbordada - después,  con toda su inmensa fuerza.  
                                    
                                   
          Hermann Hesse nos viene a decir en su libro Siddharta: “quien no encaja en el mundo, está siempre cerca de encontrarse a sí mismo”.
                                    
          Y, ¿qué es un viaje, en definitiva?: un viaje es una experiencia única, un paréntesis que adquiere vida propia; con su inicio, desarrollo y proyección hacia un enriquecimiento de nuestra personalidad. Viajar siempre aporta un bagaje que llevaremos, indeleble, en ese otro camino tan difícil de la rutina diaria ya que, qué duda cabe, es esta misma rutina la que conlleva en la inmensa mayoría de los casos  una alienación; la que es responsable de muchas de nuestras alteraciones físicas y mentales. Viajar es una válvula de escape, un sendero, un discurrir enriquecedor que no se acaba al llegar a nuestro destino ni tampoco supone la culminación de su devenir.
                                    
          Este blog, pues,  va dirigido a todos aquellos que deseen sentir una nueva dimensión en sus vidas; saborear una sorprendente aventura y una extraordinaria experiencia sin tener que desplazarse a remotos lugares exóticos, presentados tan tentadoramente por los adalides del turismo de masas. Hallar, en definitiva, que, a pocos kilómetros de nuestro domicilio, existe todo un universo por descubrir: ... nosotros mismos.


Nuestro ambular hacia Santiago se proyecta en un arco de controvertido diseño en una senda milenaria. El ayer y el hoy se dan la mano. Nuestras figuras se estilizan en los páramos y adquieren connotaciones de infinita plenitud. Es tierra de ensoñación y anhelos; pero también, otrora, éste era uno de los últimos tramos solitarios y peligrosos de las antiguas edades. No en balde, en esta zona sitúa Doménico Laffi su hallazgo de un peregrino que fuera devorado por los lobos.
 SAHAGÚN – BERCIANOS 28.01.06


El invierno confiere una impronta singular a cuanto abraza. Todo lo engalana con una efímera belleza que debemos aprehender y dejarnos llevar por sentimientos inherentes. Los cruceros gallegos (“cruceiros”) son, aquí como en el resto de la senda jacobea, consubstanciales con el Camino mismo. A pesar de las sensaciones dimanantes, en ningún momento pasaremos frío al estar arropados por el intenso calor humano que dimana, incontenible, al socaire de “nuestro arrojo” (al decir de las buenas gentes con las que hablemos).   
   EL CEBREIRO 23.02.06




INTRODUCCIÓN


     
          Son las nueve de la mañana de un claro y diáfano día de un inminente pretérito otoño; una mañana con una temperatura algo fresca pero muy agradable a pesar de faltar sólo dos días para la entrada del solsticio de invierno. El cielo, impoluto, da la bienvenida con ese azul intenso que sólo el invierno en ciernes dibuja mientras una suave y somnolienta brisa acaricia el rostro y aviva las ansias de caminar. Como no podría ser menos en esta época, la escarcha, con su iridiscente aspecto, destella en reflejos multicolores según se avanza; mas ya, antes de que podamos darnos cuenta, el sol incipiente funde sus cristalinas formas y deja paso a minúsculas gotas que caen cadenciosamente en una armonía casi sinfónica; en una armonía que está en paz con todo el paisaje que, curioso y extrañado, nos observa; con una armonía que se corresponde perfectamente con esa bonanza interior que iremos desarrollando y valorando a lo largo de los muchos –o pocos... eso ya lo entenderemos en su momento- kilómetros venideros... Pero todo esto, como decimos, lo iremos desarrollando progresivamente sin apenas darnos cuenta.... ¡Tan mágico y extraordinario es el camino que nos proponemos recorrer!

          En derredor, los árboles todavía conservan su pardo follaje con infinitas tonalidades amarillentas, ocres y rojizas mientras que sus contornos se proyectan sobre el terreno en alargados retazos pues, no en balde, el sol es demasiado perezoso en esta época del año como para elevarse mucho sobre el cielo y por ello las sombras se proyectan, se estilizan y escapan adquiriendo un encanto especial y casi diríamos que mágico.

          El suelo, endurecido por la baja temperatura de la noche, cruje bajo las botas de nuestro protagonista (curioso impenitente jacobeo) acompañando, con su cadencioso sonido, al producido por un recio aunque moderno bordón.

      

          Nos podríamos encontrar en las proximidades de Ostabat, ciudad situada en el valle de Oztibarre, en el Bearne francés, en pleno Camino de Santiago, mentalizados para culminar nuestra primera o tal vez, por qué no, nuestra enésima peregrinación.



          Precisamente aquí, en esta ciudad que otrora fuera un importante centro de reunión, todavía retumba, por las suaves colinas que nos rodean, la tumultuosa vocinglería de aquellos peregrinos medievales los cuales, más que para descansar, pasaban algunos días en esta ciudad para armarse de valor, agruparse y partir hacia las temibles cumbres pirenaicas llenas en aquellos tiempos de tantos peligros, riesgos y temores. Así, las intensas nevadas, los bandoleros, las alimañas, los extravíos, el hambre, la sed y las enfermedades producirían terribles estragos entre ellos.


          Hoy, sin embargo, ya no es, ni de lejos, lo mismo. Es más, aquí, como en otros lugares del camino, cuando preveamos que puedan existir problemas o incertidumbres por la climatología (el resto de las posibles incidencias están, a Dios gracias, superadas) siempre tendremos itinerarios alternativos que solucionarán, a buen seguro, cualquier posible imprevisto que pudiera presentarse.



Los siglos de la obscuridad... Tras la caída de Roma, la falta de fuentes literarias hace que busquemos explicaciones en otros lugares... Así, las cuevas de los farallones se convierten en importantes depósitos de datos relativos a esa época tan hundida en la penumbra. Muestrario de la era terciaria, el río Najerilla ha modelado un impresionante corte que nos asombra por su espectacularidad. Al parecer, según podremos oír a algún najerense, las cuevas se excavaron en épocas de inseguridad. Tuvieron, pues, una función de refugio ante eventuales ataques.
NÁJERA 11.01.09

 

          El Camino francés –pues de él tratamos en esta singular obra- con sus casi 800 kilómetros en territorio español, determina una serie de paisajes de increíble variedad que nos mostrará un amplio abanico de manifestaciones arquitectónicas (amén de otros muchos descubrimientos y emociones) Pero no es eso todo: en realidad, el denominado Camino francés traza un recorrido tal que presenta unas características tan peculiares que lo hacen prácticamente único en el conjunto de las grandes vías de peregrinación. Ciertamente, si nos detenemos a observar su trazado comprenderemos el porqué de tan singular característica... Pero no adelantemos acontecimientos.





          Antes de continuar explorando en los siguientes capítulos lo que antecede, valdría la pena atender algunas observaciones de interés para quien desee iniciar esta extraordinaria experiencia vital (*)



(*) Para los no iniciados, véase el apéndice –al final de esta obra- titulado “Aspectos prácticos y didácticos del Camino de Santiago”





          Se podría pensar que, al ser invierno, casi todos los albergues –singulares y acogedores lugares de reposo repartidos a todo lo largo del Camino- se encuentren cerrados. En realidad muchos de ellos sí lo están pero las asociaciones de Amigos del Camino llevan tiempo dándose cuenta de la necesidad de cubrir esa falta de alojamiento e intentan, cada vez más, tenerlos abiertos en la medida de lo posible. De hecho, en los caminos invernales que el autor ha realizado no ha tenido problemas especiales con ellos pues siempre había alguno a distancia razonable como para poder llegar a él (nos referimos a los inviernos 2005-2006, 2006-2007, 2010-2011 y 2012-2013(*) en los cuales se basa este libro; aunque las fotografías que se adjuntan comprenden todos y cada uno de los inviernos desde el mencionado 2005 hasta la fecha de publicación de esta obra) además de estadísticas meteorológicas y, entre otros aspectos, informaciones personales de aquellos que conviven con el Camino desde hace muchos años) 

(*)  Ello es aplicable a los albergues de España pues en el tramo francés -desde Vézelay- son muy pocos los que están abiertos aunque su frecuencia aumenta a medida que nos aproximamos a la frontera española...



          Podríamos también creer que los fríos invernales nos tendrían que hacer desistir, casi de inmediato, de cualquier tentativa “heroica” de caminar con “terribles” temperaturas bajo cero. Lógicamente no se pretende defender que no haga “fresco” pero podemos asegurar que éste es totalmente soportable (ver las estadísticas en el apéndice del blog) pues en el peor de los casos, si sobreviniera una intensa ola de frío, con su secuela de nevadas y ventiscas (lo cual, en realidad, no es muy frecuente), siempre tendremos la posibilidad de quedarnos ese día en el albergue disfrutando de un cálido ambiente al calor de la chimenea que suele haber en aquéllos situados en zonas frías y, de paso, contarnos las siempre interesantes experiencias acaecidas hasta ese momento al calor de la presencia humana propiciada por la menor densidad de peregrinos en estas fascinantes fechas. 
          Aunque los albergues sólo son para pernoctar una noche, también es cierto que la escasa afluencia de peregrinos en invierno –en ocasiones estaremos, incluso, solos- posibilita que en el caso de haber condiciones atmosféricas “extremas” (harto difícil) nos quedemos un rato más en el albergue en la espera de que mejore el tiempo o de que se suavicen las temperaturas al avanzar la mañana o bien repitamos una noche ante la “imposibilidad” –esto dependerá de las circunstancia de cada uno- de continuar esa jornada por acumulación de nieve.  El invierno, el fascinante invierno, siempre tendrá ese halo de lo imprevisible en este sentido.

          

Esta composición expresa de manera extraordinaria el cambio que se suele producir en el peregrino jacobeo. Él era masa informe, parte de una existencia plana, carente de relieve, de emociones, de vida plena... Un día, por las causas que fueren, decide emprender el Camino de las Estrellas y poco a poco, sin apenas percatarse de ello, se va separando de esa alienación (alineación) en la que estaba inmerso... Va tomando forma, se individualiza y comienza a comprender mucho de lo que antes ignoraba o, en el mejor de los casos, sólo intuía. Magnífica composición que nos hace pensar.
FRÓMISTA 28.02.09

 

          De igual manera, debemos ser conscientes de que la asistencia sanitaria, como en cualquier otra época del año, está garantizada y de que en ninguna circunstancia estaremos lejos para solicitar ayuda en caso de necesidad. Los imponderables que puedan surgir podrán ser atendidos, pues, como en cualquier otro momento del año. Sanidad, policía, alimentos, cobijo... Aunque creamos encontrarnos “en medio de la nada”, siempre estarán a nuestro alcance a pocos kilómetros. Nunca nos encontraremos desvalidos y, por supuesto, no tendremos riesgos adicionales por hacer el Camino en esta maravillosa estación. Siempre, como es habitual hoy en día, un teléfono móvil nos podrá ser de gran ayuda en caso de necesidad aunque en invierno, o en cualquier otro momento, el sentido común y la prudencia más elementales deberán guiar nuestras actuaciones. Si tal vez previéramos dificultades en los tramos “campo a través”, no debemos dudar en utilizar la carretera (andando, por supuesto) para llegar a feliz término la etapa en cuestión. 



          Las grandes ciudades, los pequeños pueblos o las casi perdidas aldeas también nos recibirán de una forma “diferente” en estas “cálidas” –aunque sean frías- fechas. Fiestas tan entrañables como la Navidad, Reyes o el carnaval que, aunque con muy diferente matiz, se entroncan perfectamente en el ambiente invernal, servirán de catalizador para sentirnos más hermanados con sus habitantes a la par que ellos, sin ninguna duda pues ha sido sobradamente comprobado por el autor, se sentirán más próximos, más afables y experimentarán una especie de “admiración” (o compasión, según cada cual) hacia el “arrojado” o “temerario” jacobípeta. Siempre nos verán con agrado y con una cordialidad que, principalmente debido a la masificación, no pueden repartir de la misma manera en otras temporadas por mucho que pretendieran esforzarse.



   

          ¿Y la nieve? ¿Cómo pasar las cumbres nevadas de los Pirineos -camino de Roncesvalles- las elevaciones de los Montes de León o la dura subida al mítico Cebreiro? Como hemos reseñado con anterioridad, siempre existen caminos alternativos. El autor, en estos cuatro inviernos que ha disfrutado en grado superlativo, se obstinó en hacer el Camino “histórico” sin salirse de él, a pesar de todas las dificultades que se le pudieran presentar. Lo consiguió en los Pirineos (en los tres primeros inviernos) y en el Cebreiro (aunque tuvo que hacer vivac en dichos lugares); sin embargo, en el tramo entre el “Alto do Poio” y Triacastela (invierno 2005-2006)  no tuvo más remedio que ir por la carretera (itinerario alternativo) pues a la nieve en polvo que había –unos 90 a 100 centímetros- hubo que sumar otros 60, aproximadamente, caídos durante la noche. Lógicamente ya no era posible continuar por la senda pues se presentaba un porcentaje de probabilidades de quedarse “atascado” que no era, en absoluto, asumible. No tuvo ningún problema. Llegó a Triacastela disfrutando de unos paisajes de ensueño – aunque, eso sí, por la carretera -. Y con relación al paso por el temible y peligroso Lepoeder -en los Pirineos- siempre lo pudo pasar a excepción del invierno 2012-2013 en el cual se dieron una concatenación de circunstacias tan excepcionales que propiciaron la mayor concentración de nieve caída en los últimos 40 ó 50 años, al decir de las estaciones meteorológicas...  E, incluso, el CSIC ha llegado a afirmar que en Navarra no se habían dado condiciones tan extremas desde el año ¡1900! Tampoco hubo ningún problema pues el autor, con toda la humildad que es necesaria en estos casos, se dio la vuelta y atravesó la formidable cordillera por el valle de Valcarlos... Él es plenamente consciente de que el paso del Lepoeder en invierno es sumamente peligroso y cuando no se pueda pasar, no seremos menos por renunciar. Tengamos esto siempre muy presente.
          En cuanto a los vivacs realizados, éstos constituyen unas experiencias absolutamente inolvidables. Desde luego, estas acampadas sobre la nieve, las hizo el autor por mor de su entusiasmo por la montaña a la cual está plenamente acostumbrado. Dejamos por tanto a aquéllos que se sientan capaces de hacerlo que, con las precauciones propias de cualquier actividad montañera, lleven a cabo esta sin par experiencia. Si no fuera así, sin dudarlo: a la carretera y ¡a dormir en el albergue! No nos cansaremos de repetirlo.



Fechas muy significativas: Nochebuena, Navidad, Año viejo, Año nuevo... Reyes. Hay peregrinos que prefieren, sin duda, estos días para recorrer la senda jacobea y, así, escapar del atroz consumismo que las preside en la sociedad en la que vivimos. El compañerismo y el buen humor se hacen patentes. Aquí, en el albergue de Logroño, un grupo de peregrinos degusta el típico roscón de Reyes. Es una forma simpática de confraternizar con nuestros compañeros de albergue.
 LOGROÑO 05.01.06



          Todos, posiblemente, hemos oído hablar de la tremenda masificación que se produce en el Camino francés en los meses del verano: carreras nocturnas para llegar los primeros al siguiente albergue y así asegurarse una litera... o las  largas esperas hasta que abran las puertas y podamos entrar, o no encontrar sitio porque no nos hemos levantado a las cinco de la mañana y tener que buscar alojamiento en mil y una posadas... Y todo ello sin hablar del calor... ese calor asfixiante que al llegar, sobre todo, a los páramos castellano-leoneses, nos abrasa sin que podamos combatirlo de forma eficaz.

          En las guías se recomienda la primavera y el otoño. Sí, son buenos momentos para hacer el Camino de Santiago pero no es menos cierto que la lluvia suele hacer acto de presencia, de manera abundante, precisamente en esos meses.



          Queremos decir con lo que antecede que no existe una estación perfecta pues todas presentan su lado bueno y su lado menos bueno.

          Partiendo de esta premisa, y tras haber hecho el Camino “francés”, comenzando siempre en el país galo, en las postrimerías del verano y principios del otoño y, posteriormente, en los tres meses de cada invierno, el autor se atreve a asegurar que, tras comparar las temperaturas y los días de lluvia, prefiere, sin ninguna duda, la estación invernal... por ello y por la inmensa sensación de estar plenamente integrado en el espíritu del Camino. Esta sensación de comunión con nosotros mismos y con cuanto nos rodea, esta sensación de rememorar lo que debieron de sentir aquellos esforzados peregrinos del medievo al integrarse en los mismos paisajes que ahora encontramos, no es comparable, ni de lejos, a lo que podamos experimentar en los demás meses del año.



          Se pretende, pues, a través de las páginas de este blog o bitácora, ir presentando todas las maravillosas improntas singulares que el autor pudo percibir, sentir y disfrutar en “sus inviernos”; y ello con la ilusión de que el curioso lector perciba que, tal vez, merezca la pena intentarlo.

         
          Le invitamos a un sorprendente e increíble recorrido.
                                  


 Se dice al comienzo de este vídeo, refiriéndose al camino de Santiago: "Es uno de los recorridos más sorprendentes del mundo, con una historia fascinante".
Precioso e interesante vídeo en el cual nos dan su opinión -entre otros- un peregrino de Tasmania (Australia), de Seúl (Corea del Sur), de Turín (Italia) y de Quito (República del Ecuador), y se nos explica el origen del Camino y su evolución a través de los siglos.



GALERÍA DE IMÁGENES




Dado que la llamada “Compostela” (documento acreditativo de haber hecho la peregrinación –el cual se consigue en Santiago de Compostela-) se obtiene habiendo hecho como mínimo los últimos 100 kilómetros andando, son muchos los peregrinos que lo inician en la ciudad gallega de Sarria -que se encuentra a 112 kilómetros de la tumba del Apóstol-. Ello, administrativamente, es perfectamente válido… Pero ya hemos insistido en varias ocasiones que el verdadero sentimiento de la peregrinación no se consigue en tan corto espacio... Cierto es que esos peregrinos "de corto recorrido" (sin que se ofenda nadie, por favor) muy probablemente se den cuenta de que el Camino es mucho más de lo que hayan podido llegar a intuir por lo que es muy posible que en otras ocasiones sí deseen comenzar allende los Pirineos... Todos deben mentalizarse de que un peregrino (haga 100 kilómetros o haga 900) no es NUNCA un turista y por ello no hace el Camino para conseguir un papel para poder mostrar a sus amistades y “presumir” de haber hecho poco menos que una heroicidad (dicho esto con todo respeto y sin querer menospreciar). Lo que ocurre es que el verdadero peregrino va mucho más allá de esas “pequeñeces”, porque el verdadero peregrino lo que busca es una paz interior y una experiencia que trascienda su cotidianidad; y eso sólo se consigue haciendo todo el Camino; haciéndolo, al menos, desde Roncesvalles y sintiendo dentro de sí esa alternancia psíquica y paisajística que se comenta en el texto. Por dicho motivo, el autor, por aquello de “los números redondos”, quiso hacer –y hace cada vez que peregrina- al menos mil kilómetros. Dicha distancia se obtiene partiendo desde Mont-de-Marsan en la Aquitania gala. (Exactamente, 1.039 kilómetros -1,039 para la notación de la República Dominicana y otros países-).  En la imagen, detalle del recorrido que hace el autor de esta obra reflejado en el panel informativo existente en la capilla de Soyarce. No obstante y debido a su inquietud interior, en el invierno 2012-2013 comenzó en Vézelay, a más de 2.000 kilómetros del "Finis Terrae".
La crónica de estos 2.000 kilómetros se encuentra en este mismo trabajo y, en este caso, reforzado con bastantes vídeos.
¡Acompáñenme!




Aunque en un principio los peregrinos –de toda condición social- marchaban hacia Compostela con atuendos bien diferentes, con el tiempo y con la experiencia de los que ya habían ido, se fue perfilando un atuendo que estuviera acorde con las necesidades que el Camino demandaba. Así, se hizo muy necesario el sombrero de ala ancha para protegernos del sol (hay que tener en cuenta que el sol siempre nos da por el lado izquierdo (en España, claro) pues siempre caminamos hacia el oeste). También se hizo necesario un recipiente para transportar agua (la calabaza hueca, por supuesto) y unas sandalias resistentes y de buena calidad –siempre que se pudiera- pues los pies hay que mantenerlos aireados y muy cuidados. En cuanto al resto de las prendas, éstas deberían ser cómodas y no restringir el movimiento del peregrino. Por último, el bordón se hacía necesario para ayudarse en el caminar y para utilizarlo en caso de defensa. Este dibujo se encuentra en el mirador de Soyarce.
SAINT-PALAIS – OSTABAT (Francia –Vía de Vézelay-)   31.01.11


Desde el castillo de Castrojeriz, podemos contemplar la entrada del Camino en la ciudad homónima. A nuestros pies aparece la iglesia de Nuestra Señora del Manzano, una de las muchas que, en los momentos de mayor esplendor, llegó a tener esta ciudad. Fuertes y recias murallas rodeaban la urbe que, intramuros, llegó a contar con seis iglesias, siete hospitales para atender a los muchos peregrinos que atravesaban la población y tres conventos... Según se puede saber a poco que preguntemos.
CASTROJERIZ 19.03.09


ENLACES ENVIADOS POR LOS SEGUIDORES DEL BLOG... 


Un buen seguidor de este blog realizó recientemente su "Camino en el invierno" por lo que ha tenido a bien enviarme un enlace con su experiencia. Supongo -pues no me ha indicado nada en contra- que no tendrá ningún inconveniente en que publique dicho enlace para disfrute de todos y enriquecimiento de este blog o bitácora.

Aquí queda, pues, el testimonio de sus vivencias con la expresión de mi agradecimiento.



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15 comentarios:

  1. QUE HERMOSOS PAISAJES !!!ME ENCANTAN LAS FOTOS

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  2. ¡¡¡ ULTREIA !!! desde ESPAÑA
    ABRAZOS TOYA

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  3. indiscutible mente hermoso lugar

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  4. Bello bello, me encanta!!! Sonia, desde Nicaragua.

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  5. Amor, amor es lo que transmite el autor hacia esa experiencia que ha conseguido que cale en mi interés por seguir sus pasos por ese Camino que nos enseña y que ya entra en mis planes venideros realizarlo. Gracias

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  6. indiscutible mente hermoso lugar

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  7. Para mi lo más gratificante cuando hago el Camino de Santiago o parte de él es ¡¡ Vaciar mi mochila y ser yo misma !! El camino es duro.. Pero su magia ayuda a encontrar lo que buscas y lo consigues .

    SALUDOS TOYA

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  8. Precioso y emotivo relato Adolfo, me ha encantado.

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  9. antoinette gite de l'ESCARGOT22 de septiembre de 2012, 4:05

    muy muy lindo garcias

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  10. aqui este esperando los resumenes semanales......

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    1. RESPUESTA DEL AUTOR: Muchas gracias, mi buena amiga del Facebook ("féisbuc" como a mí me gusta llamarlo). Agradezco que tengas interés en leer mi crónica semanal del nuevo Camino que iniciaré dentro de unos días; de un Camino invernal que habrá de contar en esta ocasión con un importante desarrollo galo: la vía de Vézelay en su totalidad.

      Serán, pues, 1.850 kilómetros de un magnífico y vibrante recorrido físico y psíquico ya que -como todo peregrino de la Senda de las Estrellas sabe- éste es un viaje biunívoco; es un viaje exterior e interior al mismo tiempo; es un viaje, en suma, que imbrica (y, en la mayoría de los casos, concilia) el pasado, el presente y el futuro.


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  11. aqui te dejo la experiencia mia y de mi mujer en invierno.
    http://www.youtube.com/watch?v=NDxT1qtEA1U

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    1. Saludos cordiales y un agradecido abrazo. Muchas gracias por vuestro vídeo que me parece muy simpático y lleno de verdadero amor por el Camino. Creo -por lo que he visto- que comenzasteis en Sarria... Magnífico; pero imaginad lo que podréis sentir comenzando en Roncesvalles o, por qué no, allende los Pirineos. Espero encontraros algún día por esos extraordinarios caminos llenos de leyendas y misterio.
      Nuevamente, gracias por vuestro vídeo cuyo enlace dejo en esta misma página con mi agradecimiento.
      ¡Gloria y honor a los peregrinos del invierno! -y a los demás, claro-.


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  12. Muy bueno el video de esa pareja tan simpática que hicieron el tramo gallego en Enero del 2.013.

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    1. Gracias, anónimo seguidor... Espero que otros peregrinos amantes del invierno se animen a remitir vídeos de sus experiencias... Sin duda, serán incluidos en mi página con profundo agradecimiento.
      ¡Que el espíritu del Camino le acompañe!

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